Había una chica que se llamaba Raquel. Ella tenía una obsesión con chocolate. Sin chocolate, ella estaba desesperada. Pero vivió con sus padres en un pueblo pequeño, donde la tienda con chocolate quedó muy lejos de su casa. Y Raquel tenía 17 años, pero sus padres no la dejaron manejar. Pues, ella no podía comer chocolate lo cuándo necesita el más. Ella les suplicó y les suplicó sus padres para tener su permiso de manejar, pero ellos dijeron, “NO. Solo vas a ir a la tienda de chocolate. Necesitas aprender a negar el chocolate. Y creemos que tú vas a manejar muy rápido a la tienda y no respeta la velocidad máxima o las señales de tránsito, y puedes chocar con otro coche. Cuando quieres chocolate, estás loca! Raquel comenzó a llorar y gritó, “mamá! papa! Voy a manejar cuidadosamente. Si ustedes quieren, puedo manejar más despacio de una tortuga. Siempre me pongo el cinturón de seguridad. Todo que ustedes quieren. Pero por favor, déjame tener mi licencia!” Pero sus padres sacudieron sus cabezas y se fueron. El próximo día, sus padres le regalaron una ensalada a Raquel. Esperaron que ella fuera a encantar la ensalada más de su chocolate. Pero ella vio el plato de hojas y no pudo respirar. Gritó, “QUE ES ESO? QUIÉN PUEDE COMER ESTO?!” y ella se desmayó. Al partir de un mes, ella se despertó en un hospital. Sus padres comenzaron a llorar mucho y dijeron, “mi bebé! Está bien! Ahora, da el chocolate a ella!” Dio el chocolate y muy despacio ella comió. Eventualmente, sus padres podrán acordar- chocolate es necesario para vivir una vida feliz.
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